La primera semana de septiembre no es un simple trámite administrativo, es el verdadero motor del curso. En esos cinco días se activa la vida del centro, se marcan las prioridades colectivas y se ajustan las piezas que harán posible que, cuando el alumnado llegue a las aulas, todo esté preparado. Lo que pueda parecer burocracia tiene en realidad un peso enorme en la calidad educativa: de nada sirve planificar metodologías innovadoras si no están garantizados los accesos digitales, los horarios encajan y las programaciones se han trabajado con rigor.
Los docentes vivimos esta semana como un regreso progresivo al ritmo escolar. Hay un ambiente particular, a medio camino entre la planificación y la expectación. Para quienes llegan nuevos al centro, ya sea por primera vez o por cambio de destino, estos días son también un espacio de acogida e integración, donde se familiarizan con la cultura interna y con las dinámicas del claustro.
El valor de la semana de bienvenida está en que permite anticipar problemas. Un horario mal cerrado, un criterio de evaluación no consensuado o una medida de inclusión que se pospone pueden convertirse en dificultades que acompañen todo el año. En cambio, cuando se dedica tiempo y se trabaja con seriedad, la puesta en marcha del curso fluye y se traduce en una mejor experiencia tanto para docentes como para estudiantes.
Entrega de credenciales y acceso a plataformas
El lunes suele estar reservado a la acogida del profesorado y a la entrega de credenciales. Puede parecer un detalle menor, pero sin credenciales activas no hay manera de acceder al correo institucional, a Aules (Moodle) o a las plataformas de gestión académica. Hoy la tecnología es la base de gran parte de la docencia, y sin estos pasos previos el curso estaría condenado a retrasos desde el primer día.
Ese mismo día, o a más tardar el martes, se celebra habitualmente el claustro de inicio. Es una sesión extensa, pero necesaria, en la que se marcan las líneas generales del curso: calendario de evaluaciones, proyectos prioritarios, actividades complementarias y criterios de convivencia. Este claustro no es solo un formalismo: es el momento en el que el profesorado toma conciencia de que vuelve a ser parte activa de un engranaje colectivo. Desde ese instante, cada docente sabe qué se espera de él y cuáles serán las grandes líneas de actuación del centro.
La elección de horarios y tutorías
El siguiente gran paso es la elección de horarios y la asignación de tutorías. Este proceso suele ser uno de los más delicados, porque se cruzan las necesidades personales de los docentes con las exigencias organizativas del centro. No es exagerado decir que este momento marca tu año como profesor: un horario equilibrado facilita el trabajo; uno mal diseñado puede complicar toda la planificación.
Estos criterios suelen estar recogidos en las instrucciones de inicio de curso de cada Comunidad Autónoma, y conviene revisarlas para no llevarse sorpresas.
Programaciones didácticas al detalle
El miércoles se suele dedicar a las programaciones didácticas. Para muchos profesores, este es el momento más esperado: ver qué se ha preparado, cómo se ha actualizado y qué margen de adaptación habrá en cada materia. La calidad de estas programaciones depende mucho del centro, pero en todos los casos son la hoja de ruta de la práctica docente. Concretan qué se enseña, cómo se evalúa y con qué criterios se mide el progreso del alumnado.
En Formación Profesional, por ejemplo, este año las reuniones fueron especialmente largas porque se debía decidir cómo se impartiría el módulo de Proyecto Intermodular. La normativa autonómica salió durante el periodo estival, lo que obligó a revisar contenidos en plena semana de bienvenida. Eso supuso largas discusiones sobre cómo secuenciar actividades, qué resultados de aprendizaje priorizar y cómo evaluar de manera coherente con las nuevas directrices.
En Secundaria y Bachillerato el foco estuvo en ajustar los criterios de evaluación, las rúbricas y las actividades comunes de cada materia. En muchos departamentos se acordó elaborar bancos de tareas y coordinar proyectos interdisciplinares, conscientes de que estas decisiones iniciales son las que después marcan la calidad del trabajo en el aula.
Los claustros clave de inicio de curso
El jueves y el viernes suelen estar dedicados a los diferentes claustros temáticos. En mi caso, se impartieron cuatro:
- Claustro de programaciones didácticas.
- Claustro de pizarras digitales interactivas (PDI).
- Claustro de formación en Aules (Moodle), que tuve la oportunidad de impartir.
- Claustro de inclusión educativa.
El claustro de inclusión merece una atención especial. No fue solo un espacio de información, también sirvió para generar conciencia colectiva. Se insistió en que la atención a la diversidad no es tarea exclusiva de unos pocos, sino una responsabilidad compartida por todo el claustro. Esa idea quedó clara: todos los profesores, independientemente de su materia, influyen en la experiencia educativa del alumnado con necesidades específicas.
En cuanto a la formación en Aules, enfoqué mi sesión en mostrar cómo usar la plataforma vinculando actividades con competencias y resultados de aprendizaje. No se trataba de limitarse a colgar materiales, sino de aprovechar la herramienta como un verdadero espacio de aprendizaje activo. Mis compañeros valoraron especialmente los ejemplos prácticos sobre rúbricas, cuestionarios y tareas colaborativas, así como la posibilidad de automatizar parte de la evaluación para dedicar más tiempo al acompañamiento del alumnado.
Reflexión final: por qué esta semana marca la diferencia
Concluida la semana de bienvenida, quedó claro que el trabajo realizado no fue un mero trámite. La entrega de credenciales garantizó el acceso a todas las herramientas; la elección de horarios y tutorías dio estructura al curso; las programaciones didácticas ofrecieron un marco común para enseñar con coherencia; y el claustro de inclusión aseguró que la atención a la diversidad se situara en el centro desde el primer día.
Para los opositores que buscan conocer cómo funciona un instituto por dentro, esta semana es un ejemplo perfecto de la parte menos visible de la docencia. No basta con preparar clases y dominar contenidos; también es necesario saber integrarse en la vida del centro, coordinarse con otros docentes y responder a las necesidades reales del alumnado.
El curso 2025/2026 todavía no ha empezado en lo académico, pero con esta semana inicial hemos sentado las bases. Lo que ocurra a partir de ahora con los alumnos en el aula dependerá, en gran medida, de las decisiones y acuerdos que tomamos en estos cinco días. Y esa es, quizá, la mejor definición de la semana de bienvenida: el lugar donde se construye el curso antes de que empiece.